Miranda ha realizado un ingente trabajo de documentación para contar a los lectores la historia de un templo que reúne entre sus muros la historia de una diócesis y de una ciudad desde hace más de 800 años, en los que los distintos estilos arquitectónicos han dado forma a un espacio único y emblemático.
La obra, que parte de las primeras noticias conocidas de una diócesis que ya aparece documentada en los siglos VI y VII, concluye con un apéndice dedicado a la restauración de la catedral, en el que se repasan las obras realizadas desde que surgieron las primeras grietas a principios de los años 80 hasta la actualidad.
Así, Miranda inicia su trabajo recordando la importancia de la ciudad en época romana y los inicios del cristianismo, pasando por la época visigoda en la que las crónicas ya hablan de un obispo de Tarazona llamado León que fue asesinado en la primitiva catedral.
La etapa musulmana, con una pequeña iglesia mozárabe extramuros de la ciudad que pudo ser el germen de la catedral dará paso a la reconquista y la restitución de la diócesis, momento en el que se comienza a construir la seo románica, sobre la que se alzará después el templo gótico, base de la construcción actual. Un estilo arquitectónico que llegó muy pronto a Tarazona, ya que cuando se iniciaron las obras del templo tan solo en Burgos y en Toledo se habían utilizado de forma importante elementos de este estilo llegado de Francia, por lo que la de Tarazona es una de las tres primeras catedrales góticas de la península.
La edad media, con la guerra de los Pedros que destruye el edificio, que está a punto de ser abandonado, su reconstrucción, la etapa de los Pérez Calvillo con su capilla en la que se encuentra el retablo de Juan de Leví y las decoraciones mudéjares que dan a la catedral su aspecto exterior son también tratadas en profundidad en el libro. Sin olvidar el renacimiento, con las pinturas de Alonso González, que ahora han aflorado después de siglos ocultas.
Así, etapa a etapa, estilo a estilo, Roberto Miranda traza el recorrido histórico de este templo recuperado gracias, sobre todo, al plan director de los hermanos Aguerri, y que hoy puede volver a ser disfrutado por todos.
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