domingo, febrero 28

El viento bloquea un AVE en Cetina

El viento bloquea un AVE entre Madrid y Zaragoza
La avería obligó a transbordar a los pasajeros y provocó retrasos.
28/02/2010 F.V. / J. O.
El mal tiempo fue la causa de la avería sufrida por un AVE que cubría el trayecto desde Madrid a Barcelona a la altura de la localidad zaragozana de Cetina y que obligó al transbordo de sus ocupantes. La falta de tensión de una catenaria como consecuencia del temporal obligó a detenerse al tren que había salido de la capital de España a las 17.30 horas.
Pero el infortunio continuó para los viajeros afectados, ya que el convoy al que fueron trasladados, que había salido de Madrid a las 18.30 horas, acumuló un retraso de casi tres horas como consecuencia del viento, gran protagonista de las incidencias que afectaron ayer al transporte, aunque ninguno más causó problemas en la comunidad autónoma aragonesa.
Leer más: www.elperiodicodearagon.com/noticias/noticia.asp?pkid=563114

jueves, febrero 25

La exhumación de doce fusilados en Cetina comenzará el 19 de marzo

La zona podría albergar una de las mayores fosas de todo el país

El fusilamiento de Cetina es solo uno de los muchos que tuvieron lugar en la Comunidad de Calatayud. Arico lleva ya tiempo trabajando con el objetivo de poner en marcha un proyecto que permita localizar y exhumar los restos de las fosas que, según se cree, podría acoger todo el entorno del barranco de la Bartolina. El colectivo estima que hasta 2.700 personas habrían sido enterradas en esta zona.

24/02/2010 M. FRANCO

Si todo sigue según lo previsto, los familiares de doce personas de Torrijo de la Cañada fusiladas en Cetina en 1938 comenzará el próximo 19 de marzo. Santiago Carcas, de la Asociación por la Recuperación e Investigación Contra el Olvido (Arico), que ha impulsado la actuación junto a los familiares de las víctimas, explicó que solo falta el permiso de la Dirección General de Patrimonio para comenzar esta actuación, que ya cuenta con una subvención del Ministerio de Presidencia de 38.500 euros. Esta cantidad deberá cubrir los gastos de la investigación y desenterramiento de los restos y de los trabajos de laboratorio, pero no de las pruebas de ADN, que tendrían que llevarse a cabo posteriormente con otra aportación económica.

Con estos trabajos, los descendientes de los doce fusilados que se cree que fueron enterrados en esta localidad estarán más cerca de recuperar a sus familiares y pasar página, 70 años después de lo sucedido. Estas personas pertenecen a un grupo más amplio de vecinos de Torrijo de la Cañada que fueron asesinados durante esas fechas, una treintena de detenidos que podrían haber sido conducidos a Munébrega o a otros puntos de la zona y entre los que se encuentran concejales o sindicalistas de la localidad.

Es imposible garantizar que la exhumación terminará con el hallazgo de estas doce personas y no de otras diferentes o de un número distinto. La investigación que ha conducido hasta este lugar se basa, sobre todo, en testimonios de testigos. Ana Calahorra, nieta de uno de los fallecidos, explicó que las cartas que su abuelo enviaba ocultas en el cuello de las camisas que su familia recogía en prisión permitieron conocer su situación y la de otros detenidos, lo que sumado a las declaraciones de los que estuvieron presentes en la época permiten establecer una situación aproximada de los fallecidos. Aún así, no faltan las informaciones contradictorias, lo que dificulta el proceso.

"Unos lo tienen más fácil y saben casi con seguridad que sus familiares están allí --manifestó--. Para otros es más difícil, pero tenemos esperanzas". Calahorra, junto al resto de descendientes que --constituidos como asociación-- han impulsado el proyecto, confía en poder encontrar por fin a su abuelo. "Solo queremos dignificar a estas personas, tener un lugar donde poner su nombre y llevarles unas flores", concluyó.

http://www.elperiodicodearagon.com/noticias/noticia.asp?pkid=562202

Artículo en El País 4/03/2010

1.850 fosas en el primer mapa de la tragedia

www.elpais.com/articulo/espana/1850/fosas/primer/mapa/tragedia/elpepunac/20100304elpepinac_11/Tes

martes, febrero 23

Sucedió el 4 de octubre de 1925

Morir en la plaza sin vestir de grana y oro
Que un torero muera en la plaza de toros corneado por un toro y vistiendo de luces son gajes del oficio, y todo profesional que se dedica al toreo ese riesgo lo tiene asumido.
Lo inusual es que un torero pierda la vida en una plaza de toros por una reyerta entre aficionados, y esto es lo que le sucedió a nuestro protagonista.
El torero se llamaba Juan Anlló, “Nacional II” natural de Alhama de Aragón (Zaragoza), nacido el 11 de enero de 1897, y que gozaba de prestigio muy similar al del famoso torero de la época Marcial Lalanda.
Los hechos ocurrieron el 4 de octubre de 1925 en la plaza de toros de Soria. Juan Anlló acudió como espectador a dicha corrida, y se encontró que una parte del público protestaba airadamente al torero que estaba en el ruedo, la cosa se fue calentando hasta tal punto de que algunos aficionados lanzaron monedas de diez céntimos a la cara del torero.
El diestro que estaba lidiando harto de insultos y ofensas recriminó a los espectadores y esto agravó la situación ostensiblemente. Juan Anlló no aguantó más el comportamiento por parte de cierto sector de los asistentes y salió en defensa de su colega, se lió una trifurca y “Nacional II” golpeó con un bastón en la cabeza a un espectador, el aficionado respondió lanzando una botella de vidrio vacía que de igual modo fue a impactar a la cabeza de Anlló.
La pelea terminó con los dos heridos espectador y torero en la enfermería, pero los sanitarios se lucieron ya que el diagnóstico fue: espectador con heridas graves, y torero con heridas leves. Y la justicia terminó de redondear la faena ya que una vez más volvieron a errar.
El juez que estaba presenciando la corrida, ante el parte facultativo presentado mandó el ingreso en prisión de “Nacional II”, y al espectador a su casa a que se repusiese de sus heridas. El estado del torero se complicó en la cárcel, y al día siguiente el juez autorizó para que el torero fuese asistido en el hospital; “pero ya fue tarde”.
Juan Anlló fue intervenido de urgencia por varios médicos pero no pudieron hacer nada para salvarle la vida. Poco después el espectador fue detenido y ante un juicio plagado de incongruencias fue condenado a seis años de prisión, pena que no llegó a cumplir íntegramente, ya que gracias a un indulto solicitado por parte de los sorianos le fue conmutada por un destierro a más de 25 kilómetros de la ciudad de Soria.
La persona se llamaba Antonio Cabrerizo Botija, y casualmente dicen que estuvo ejerciendo de médico en el pueblo de Piquera (Soria) al menos un año.
Este suceso supuso el boicot de los toreros durante dos años a la plaza de toros de Soria, aunque el tiempo tampoco llegó a cumplirse.
En cualquier profesión o faceta de la vida podemos encontrar la muerte de la forma más absurda, pero que un torero sin vestir de grana y oro, y sin estoque ni muleta, muera en una plaza de toros en tales circunstancias hay que ser muy desdichado.
Rafael Hernández

Viernes 26 tarde de poemas en El Pequeño Teatro de los Libros

El próximo viernes 26 de febrero a las 20 h. hay presentación de libros de poemas en :El pequeño teatro de los libros.Calle C/ Silvestre Pérez, 21 (barrio de las Fuentes)

En los libros:

Ucronía e Hilvan de J.Angel Hernández. Delfos me has vencido de J.Carlos Elijas

Hay varios poemas musicados por los cetineros José Hernándo Sánchez y José Mª Marco (Malamergo)

Al término de la velada, por cortesía del Pequeño teatro de los libros, se servirá un vino con el que brindar por la aparición de estos tres libros

Por supuesto que acudirá algún cetinero http://teatrodelibros.blogspot.com/

jueves, febrero 11

Un misterio que hace leyenda

Pocas personas quedan hoy en día que no conozcan la historia de Benito López Franco, un joven natural de Cetina (Zaragoza) que en 1949 viaja a Melilla para realizar el servicio militar. Aunque la historia es aún hoy confusa, lo cierto es que el día 17 de enero de 1950 el joven aragonés apareció muerto en los aseos del botiquín del cuartel. De manera inmediata, el cadáver fue retirado sin que antes pudiera ser visto siquiera por sus otros compañeros de Cetina, que también se hallaban en Melilla cumpliendo su obligación con el Ejército. Al día siguiente, y sin más explicaciones, el vicario redactó un certificado de defunción de Benito, en el que se le negaba la sepultura cristiana al considerar que el suicidio había sido la causa de su muerte. Así las cosas, el cuerpo del joven soldado fue enterrado separado por un muro del cementerio católico de la población, aunque ello no impidió que sus compañeros colocaran una cruz en su sepultura. Desde ese momento, su tumba empezó a recibir flores. En 1975, veinticinco años después del suceso, el hermano del soldado, José López Franco, viajó por primera vez a Melilla para visitar la tumba de su hermano, y cuál fue su sorpresa al descubrir cómo la sepultura que albergaba el cuerpo de Benito estaba cubierta por un manto de flores que los vecinos de Melilla habían ido depositando. En esa época, la leyenda de que Benito hacía milagros ya estaba muy extendida por Melilla, algo que sorprendió sobremanera a su hermano, que no podía creer lo que veía, y menos aún cuando se le explica que su hermano es conocido como 'El Soldado de los Milagros', y su tumba se ha convertido en un lugar de peregrinación de fieles que rogaban por su intercesión. Hoy en día, la tumba sigue siendo aún muy visitada, y es raro el día en el que no cuenta con flores frescas traídas por algún devoto. Mientras tanto, más de cincuenta años después de su desaparición, las verdaderas causas de la muerte de Benito siguen siendo un misterio que ha contribuido a hacer aún más grande y recordada esta bonita leyenda. http://manosymanas.blogspot.com/

miércoles, febrero 10

MELILLA Y EL SOLDADO

HISTORIAS DEL TEMPLARIO MELILLA Y EL SOLDADO
Algunas veces da gusto ver la televisión cuando hablan de esta ciudad nuestra de Melilla y lo hacen de manera positiva. Ya era hora que así fuese pues estamos un poco hartos de que cuando se nombre esta ciudad, sea sólo para desprestigiarla o con fines partidistas. Evidentemente, no vamos a decir que aquí no reproduzcan cosas malas, pero tampoco son tantas como nos quieren achacar unos cuantos “iletrados” por aquellas otras zonas del país. Me refiero a que un espacio televisivo como es el programa de la cadena generalista Cuatro, “Cuarto Milenio”, se hizo cargo la otra noche del suceso ocurrido hace ahora, en este mes de enero pasado, cincuenta años. Vinieron los del programa a grabarlo en el mes de diciembre último y bueno pudieron encontrarse con una Melilla bien diferente a lo que ellos pensaban. Estuvieron cuatro días grabando en el Cementerio de la Purísima Concepción de la ciudad para hablar sobre el conocido aquí como “el soldado de los milagros”. La verdad que la mayoría de la población melillense y muchos de fuera, quedaron a ver a la misma hora dicho programa pues ya se había difundido que este fin de semana pasado sería el momento de su emisión. Me gustó porque no utilizaron los arquetipos de siempre: ciudad fronteriza, donde se muestra nada más que la frontera y Melilla la Vieja, sino fueron al tema de su reportaje y hablaron con personas que de un modo u otro han tenido algo que ver en la difusión de este soldado. Es el caso, por ejemplo, del escritor José Luis Navarro, el cual hace pocas fechas sacó una nueva edición de su obra “El soldado incorrupto y otros relatos” que ahora ha contado con la edición de la Fundación Gaselec. En la primera edición del mismo, tuve la suerte de hacerle la crítica literaria para este mismo diario y lo que más me impactó en concreto de este tema, es la veracidad de lo que cuenta, sin poner nada que no sea irreal o dé lugar a la fantasía. Navarro escribió la versión que creía más afortunada sin dar más explicaciones, con la sobriedad de alguien bien curtido en estas lides de la narración. Asimismo, se recogió el testimonio de Juan Domínguez Lasierra, periodista que pasó varios años en Melilla y que nunca se desvinculó de la misma, pues siempre que podía la sacaba a relucir en el diario donde terminó su trabajo, El Heraldo de Aragón, y fue precisamente él quien gracias a otros melillenses como Juanjo Florensa o José Marqués, lo pusieron en la pista del pueblo natal del soldado, Cetina, en Aragón. Este pueblo aragonés le colocó una plaza al soldado y sus familiares no sabían apenas nada de lo que aquí, muchos kilómetros más al sur, se veneraba a su hijo Benito, el cual moriría en “extrañas circunstancias” pues si bien se dijo en un principio que se suicidó, tampoco es un hecho demostrado, pues años más tarde cuando fue sacado de la fosa común, se comprobó que su cuerpo estaba incorrupto y que gracias a eso, se pudieron ver las heridas que no coincidían con un suicidio. Pero como pasa siempre, no se investigó nada más y estamos ante un “caso abierto” que difícilmente se cerrará, pues ahora juegan otros elementos como el hecho de que el pueblo lo conoce por que suele “conceder” aquella ayuda que se le pide con fe. En esta cuestión es en la que redundó el programa de televisión, puesto que la temática es la común en él, pero nos dejaron un buen sabor de boca, pues por fin, la ciudad no se vio menospreciada, sino todo lo contrario, fue para darle un “aliciente” más al que la visita, pues es una constante peregrinación el que se da para visitar la tumba del Soldado de los Milagros, Benito López Franco. http://litteraevitae.blogspot.com/ FERNANDO SARUEL HERNÁNDEZ 03/02/10
Artículo publicado en el dominical "La Voz" del diario "Melilla Hoy,

lunes, febrero 1

DE COMO BENITO LÓPEZ. DE CETlNA SE CONVIRTIÓ EN MELILLA EN ‘EL SOLDADO DE LOS MILAGROS’

Heraldo de Aragón 31 enero

Evocaciones zaragozanas (40)

JUAN DOMÍNGUEZ LASIERRA

A LOS SESENTA AÑOS DE UN ENIGMA (y 2)

DE COMO BENITO LÓPEZ. DE CETlNA SE CONVIRTIÓ EN MELILLA EN ‘EL SOLDADO DE LOS MILAGROS’

Ese día había estallado una tormenta. Y en el corralón donde descansaba el cuerpo de Benito, en la parte no sagrada del cementerio de Melilla, la cruz de madera que habían colocado sobre la tierra sus compañeros de mili cetineros, y a la que se había añadido el esmalte con su foto, mandada por su padre, se había caído por efecto del vendaval. Por allí pasaron, poco rato después del chaparrón, tres mujeres que visitaban a un pariente. Y se fijaran en la cruz abatida, y vieron el guapo rostro del pobre soldado, y se lamentaron de su suerte, de su soledad y abandono, y la compasión les movió a colocar la cruz en su sitio, Tal vez estaban destinadas a lo que ocurrió de inmediato. Porque Benito, como si se levantara de un sueño, se apareció a las mujeres, a las tres mujeres, y dulcemente, dijo quien era, y les contó su historia, que había venido de un lejano pueblo de Aragón para hacer la mili, y lo que haciendo la mili le había sucedido. Que él, que tantas ilusiones tuvo en su joven vida, había acabado en aquel pedazo de tierra sin otro adorno que una cruz de madera, envuelto como todo sudario en que aquella ropa interior cuyos botones le había cosido su madre. Toda su energía, sus ansias de vivir, todos sus sueños se habían frustrado. Las mujeres, temerosas en principio, escucharon entre lágrimas el relato de Benito, sus lamentos, su tristeza, la injusticia de su destino, su adiós.

Volvieron a ponerle flores, y aunque discretas en sus comentarios, el rumor de su aparición se empezó a extender. Y el reposo del soldado, su historia ignorada, la injusticia de su destino empezó a ver la luz. Tal vez también el deseo de Benito de no acabar olvidado en aquel lejano pedazo de su tierra española. Y aparecieron nuevos ramos de flores, y algunas de gentes que lo visitaban, rogaban por él y le pedían favores. Porque aquella aparición solo podía ser un signo de santidad.

Y los favores fueron concedidos. Y las visitas y los ruegos se multiplicaron. Benito, el olvidado soldado de Cetina, enterrado en tierra no santa, empezó a realizar milagros. Muchos milagros. Poco a poco, la fama de Benito se extendía por Melilla, su tumba estaba continuamente llena de flores, de coronas, de ofrendas. Eran los años cincuenta, pero hasta mediados los setenta, la familia su familia de Cetina, lo ignoró todo. Nadie les contaba nada, nadie les dio explicaciones. Dadas las extrañas circunstancias de su muerte, el abatimiento por su suicidio –que les fue comunicado una semana después de los hechos, en un simple telegrama-, el silencio oficial que rodeó la tragedia, el temor a las autoridades militares de la época, que enmudeció a aquellos compañeros de mili, cetineros, la lejanía es los hechos, la imposibilidad económica familiar de hacer tan largo viaje… Cuando llegó a su conocimiento, tantos años después, cuando ya pensaban que ni sus restos existían, no fueron capaces de explicárselo. Y viajaron al fin a Mejilla, y lo comprobaron con asombro, con incredulidad. Después vendría la desaparición del muro que rodeaba la parte no civil del camposanto, la inhumación de los restos, la comprobación de que aquel pretendido suicidio no fue tal, de que una paliza –el brazo derecho roto, una enorme contusión en la cabeza- había acabado con su vida, aquella vida tan plena de ilusiones y sueños. José, uno de los hermanos menores de Benito, me comentó hace tiempo: “La gracia que tenía en vida, como no pudo desarrollarla porque lo mataron, la desarrolla después de muerto…”

Benito sigue haciendo milagros. Y le han hecho homenaje en su pueblo natal, y le ponen su nombre a una calle de Melilla, y, desde hace unos años, le rinden honores militares junto a la tumba en el Día de Difuntos. Sesenta años después de su muerte, el soldado “suicida” es el soldado de los milagros.
http://arcoirisdelavida.blogspot.com/