miércoles, agosto 26

Trenes: raíles de diversión

ABC.es A.R.B. Publicado Lunes, 24-08-09 Apenas tienen dos siglos de vida y ya forman parte del del patrimonio histórico y de la memoria de nuestros padres y abuelos. Los trenes que hicieron historia y que quedaron relegados a los museos y a los archivos de imágenes duermen también en los cajones y en los armarios de un buen número de aficionados. En la mayoría de los casos, lo hacen en forma de maqueta o de reproducción artística, pero hay quien se atreve incluso a recrearlos. Una vez más, el arte exige una parada en el mundo del coleccionismo. En Aragón, la entidad que más socios reúne es la asociación zaragozana «Amigos del Ferrocarril y del Tranvía», AZAFT. La mayoría de ellos llevan más de treinta años coleccionando piezas antiguas y mostrándoselas a quienes comparten este interés por la cultura ferroviaria. Además de rescatar del olvido algunos de los trenes que hicieron historia, lapasión de los amantes del transporte sobre raíles les ha regalado algunos de los mejores ratos de ocio y se ha convertido en todo un aliciente para disfrutar del tiempo libre. «Cuando mis hijos o mis amigos van al fútbol, la mayoría de las veces llegan disgustados porque ha perdido su equipo, en cambio a mí los trenes sólo me han regalado buenos momentos», explica Juan Antonio Peña, uno de los socios. El sueño de este catedrático de matemáticas comenzó a una edad temprana. El destino y la profesión de su padre, militar, hicieron que terminara viviendo en la octava planta de las casas militares de Anselmo Clave, enfrente de la antigua estación del Portillo. El sonido de los trenes que llegaban, el humo que desprendían las máquinas de vapor y el trasiego de los pasajeros se convirtieron en una especie de nana o de canción de cuna que terminó transformándose en una pasión. Hoy, pasa las horas muertas montando y desmontando los más de 460 trenes de todas las épocas que ha conseguido reunir en su casa. Entre las reliquias más curiosas que conserva se encuentra el cartel que llevaba el tranvía que unía la Plaza España y la Plaza de las Canteras, en el barrio zaragozano de Torrero. Con una maqueta en la mano, Peña recuerda el momento en el que vio partir los primeros trenes electrificados. Corría el año 1976 y el modelo «Unidad 600», uno de los que conserva en su armario, acababa de llegar a Zaragoza desmitificando al «TAF», símbolo del modernismo de la España de la posguerra. La maqueta que los reproduce contempla incluso el célebre pantógrafo que llevaban sobre la cubierta, una especie de antena que les permitía captar la electricidad. Hasta ese momento, la velocidad más elevada que podían alcanzar estas máquinas oscilaba alrededor de los 120 Kilómetros por hora. El tren rápido tardaba seis horas y media en cubrir el trayecto Zaragoza-Madrid y a mitad del camino había que cambiar la máquina de vapor que lo remolcaba. Sin embargo, al igual que los trenes, la tecnología también ha adquirido un ritmo incesante durante las dos últimas décadas y ha llegado incluso hasta el modelismo. Peña explica que «gracias a ella un tren puede estar parado y continuar con las luces encendidas, imitar sonidos o echar humo». Antes, con el sistema analógico no era posible hacer esto porque las máquinas recibían energía de un reostato. Noticia completa: www.abc.es/20090824/nacional-aragon/trenes-railes-diversion-200908241247.html

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