martes, agosto 11

En saco roto: Quevedo jotero por Juan Domínguez Lasierra

HERALDO DE ARAGÓN lunes 10 agosto 2009 En Saco roto Juan Domínguez Lasierra Quevedo jotero
VER a Quevedo cantando jotas es, sin duda, mi imagen del verano Ocurrió en el colofón de las Jornadas Quevedianas (de Cetina, ¿de dónde si no?) y allí fue de ver a don Francisco, en apostura que poco se acomodaba a su canquera, entonar dos o tres coplas a viva voz. Jorge estuvo formidable. Como jotero y como Quevedo. Por algo fue infantico del Pilar y luego estuvo a punto de ser cura si el obispo no lo hubiera impedido. iQué ojo clínico! Pero así son las cosas de la vida, y del querer. No ha sido cura, pero ha sido poeta, el más grande poeta de España, con permiso de Góngora y de Juan Ramón.
Los de Cetina no se conforman con tener ese asombro folclórico que es la Contradanza, y al milagroso soldado Benito, a cuya tumba melillense acuden devotos desde hace décadas. Encima tienen a Quevedo, sí, sí, al mismísimo don Francisco de Quevedo y Villegas, el de versos procaces. Llamados satíricos en los manuales literarios. Porque Quevedo fue a Cetina a casarse —él que echaba pestes del matrimonio—, con la señora de Cetina, doña Esperanza, que era la propietaria del castillo, y el poeta suponía que de algo más. Y se casó, en una capilla mudéjar que es una joya. Y lo mejor que se conserva de un castillo que amenaza caerse si alguien no lo remedia. Pero doña Esperanza no disponía de tanto parné como imaginaba el escritor y el interesado matrimonio duró tres meses. Entre el clavel y la rosa, el vate escogió la Corte. Todo ese proceso, la llegada del poeta a Cetina, la boda y la huida por pies — o sea, en carroza— es escenificado con pasión por las gentes cetineras. En su tercera edición, la próxima, tendrían ya que declararla fiesta protegida, o de especial interés, o mejor, imprescindible. Quevedo aprovechó esos tres meses en Cetina para escribir una obra—la pobre de doña Esperanza le aburría mucho—, “La virtud enaltecida”, que era, tal vez, lo que esperaba don Francisco de su virtuosa coyunda con la señora. Por cierto, tuve el privilegio (gracias Pedro J.) dé leer el “Poderoso caballero es don dinero” en la plaza del castillo y, encima, de recibir el premio Quevedos. ¡Estas gentes de Cetina me han dado el verano! Video: www.youtube.com/watch?v=_31PQAFgIho

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